ISRAEL

No puedo negar que al pensar en Israel siempre me venía a la mente como destino religioso, quizás por eso no me apetecía especialmente conocer el país. Finalmente, y un poco forzado por motivos laborales, me decidí a ir y he de confesar que con cierto miedo.
Es la vez en mi vida que más equivocado he estado con un destino. Israel es el país de los contrastes, cuna de la historia, la cultura, la tecnología y de la diversión. Sí, sí, tal y como lo digo. De la diversión.

En mi primera toma de contacto con el país, nada más llegar, nos fuimos a Jerusalén. Lo primero que nos llamó la atención es que toda la ciudad es de piedra blanca, lo que le da un cierto aspecto medieval, pareciendo el escenario de una película de las cruzadas.
A modo de fortaleza, Jerusalén tiene una gran muralla que envuelve parte del gran centro histórico. La cuna de la cultura moderna y quizás la zona con mayor concentración de edificios históricos del mundo. Una preciosa manera de empezar la visita es realizando el vía crucis, nueve de las 14 estaciones que simbolizan los momentos clave de la pasión de Cristo se encuentran en el exterior. Seas o no católico, es una maravillosa manera de conocer la ciudad antigua.

Cuna de la historia, la cultura,
la tecnología y la diversión

Al salir de aquella zona y paseando entre calles empedradas y sombrías, empezó el llamado a la oración desde las mezquitas, con muchos de los comerciantes musulmanes cerrando sus negocios para dirigirse a rezar.
Al día siguiente cruzamos a Palestina para ir a la ciudad de Belén. Llegar a la frontera y que se suba al coche un militar armado y registre el vehículo parece una buena manera de empezar. A diferencia de otros, allí sí hay un muro de verdad que separa dos mundos, más bien dos continentes. Desde luego, dos estilos de vida.
De allí nos fuimos a Tel Aviv sin grandes expectativas, pues todo lo vivido ya había sido tan intenso que no le veíamos mucho sentido parar allí pero así lo teníamos organizado. Y de nuevo, ¡qué equivocado estaba!

Israel no deja indiferente a nadie, siempre estoy dispuesto a regresar y cuando pienso en el país, siempre me hace volver a pensar. No es fácil asumir Israel y es maravilloso hacer una introspección personal tan profunda como la que hice al regresar de Israel.

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